martes, 13 de noviembre de 2012

Balada de Hans y Jenny

Verdaderamente, nunca fué tan claro el amor como
cuando Hans Christian andersen amó a Jenny Lind, el
Ruiseñor de Suecia.

Hans y Jenny eran soñadores y hermosos, y su amor
compartían como dos colegiales comparten sus
almendras.

Amar a Jenny era como ir comiéndose una manzana
bajo la lluvia. Era estar en el campo y descubrir que hoy
amanecieron maduras las cerezas.

Hans solía contarle fantásticas historias del tiempo en
que los témpanos eran los grandes osos del mar. Y
cuando venía la primavera, el la cubría con silvestres
tusílagos las trenzas.

La mirada de Jenny poblaba de dominicales colores el
paisaje. Bien pudo Jenny Lind haber nacido en una caja
de acuarelas.

Hans tenía una caja de música en el corazón, y una pipa
de espuma de mar, que Jenny le diera.

A veces los dos salían de viaje por rumbos distintos.
pero seguían amandose en el encuentro de las cosas
menudas de la tierra.

Por ejemplo, Hans reconocía y amaba a Jenny en la
transparencia de las fuentes y en la mirada de los niños
y en las hojas secas.

Jenny reconocía y amaba a Hans en las barbas de los
mendigos, y en el perfume del pan tierno y en las
más humildes monedas.

Porque el amor de Hans y Jenny era íntimo y dulce
como el primer día de invierno en la escuela

Jenny cantaba las antiguas baladas nórdicas con infinita
tristeza.

Una vez la escucharon unos estudiantes americanos, y
por la noche todos lloraron de ternura sobre un mapa
de Suecia.

Y es que cuando Jenny cantaba, era el amor de Hans
lo que cantaba en ella.

Una vez hizo Hans un largo viaje y a los cinco años
estuvo de vuelta.

Y fué a ver a su Jenny y la encontró sentada, juntas las
manos, en la actitud tranquila de una muchacha ciega.

Jenny estaba casada y tenía dos niños sencillamente
hermosos como ella.

Pero Hans siguió amándola hasta la muerte, en su pipa
de espuma y en la llegada del otoño y en el color de las
frambuesas.

Y siguió Jenny amando a Hans en los ojos de los
mendigos y en las más humildes monedas.

Porque verdaderamente, nunca fue tan claro el amor
como cuando Hans Christian Andersen amó a Jenny
Lind, el Ruiseñor de Suecia.

1 comentario:

  1. Me encanta ese poema! Es uno de los mas lindos que he leído :-) Le cambiaste el nombre a la pagina? No era, Las poesías que mas me gustan?

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