Para el pueril pesebre
de la pascua en la aldea,
un Fra Angélico niño
juega a pintar la tierra.
Y con tan dulce apego
pintó la Navidad,
que la empezó por juego
y le salió verdad.
Arriba, un cielo diáfano
con nubes de inocencia
y un pueblo al horizonte
donde las torres sueñan.
De pascuales colores
construyó su pincel
una escala de flores
para el ángel Gabriel.
Y abajo, en infinita
distancia de praderas,
echadas como lagos,
las apacibles bestias.
Dos palomitas blancas
pintó en vuelo también,
y eran José y María
camino de Belén.
¡Oh campesinas pascuas
en que el mundo regresa
a los simples colores
de un dibujo de escuela!
Navidad de los siete
corderitos que van
regados por el campo
¡como migas de pan!
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