sábado, 1 de noviembre de 2025

Romance del Enamorado y la Muerte

Un sueño soñaba anoche
soñito del alma mía,
soñaba con mis amantes,
que en mis brazos las tenía.
Vi entrar señora tan blanca,
muy más que la nieve fría.
- ¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
- No soy el amor, amante;
soy la Muerte que Dios te envía.
- ¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
- Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy deprisa se calzaba,
más deprisa se vestía;
ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
- ¡Ábreme la puerta, Blanca,
ábreme la puerta niña!
- ¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.
- Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás querida;
la Muerte me está buscando, 
junto a ti vida sería.
- Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
La Muerte llega sin prisa;
puntual en la noche oscura
sopla su palabra fría:
- Vamos ya enamorado.
que la hora está cumplida.

Tradición oral popular


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