En la sombra se oye sonar el tambor
¡Carracataplán! ¡Carracataplán ! ¡Carracataplán!
Es el negro aceite de la raza negra que empieza a chorrear.
¡Carracataplán! ¡Carracataplán ! ¡Carracataplán!
Y chilla la mina coreando el estruendo bajo del bongó.
Nervios que se tuercen entre el telegrama
que manda la raz desde el Tombuctú.
¡Titraquititraqui! ¡Titraquititraqui! ¡Carracataplán!
- Miráme, mi negra. Miráme, mi negra. Ponéme cuidao.
Meniá la cintura. Sacá bien lo pechos. Dale despacito...
Pacito... Pacito. Jaláte palante... Jaláte patrás.
¡Jaláme, mi negra! ¡Jaláme mi preciosidá!
¡Carracataplán! ¡Carracataplán ! ¡Carracataplán!
Es el negro aceite de la raza negra que empieza a chorrear.
Y suena el profundo clamor del petróleo
y el látigo negro que encerró la tierra para hacer carbón.
El aire se a puesto color de azabache.
Color de las barbas de Amnón y Moloch.
La noche se estira tuerta de luceros
y curva las palmas como en un temblor.
Las estrellas crujen y brillan gangosas
en la colcha tensa de su pizarrón.
- ¡Jocico é tetero!
- ¡Mi catira linda!
- ¡Batumba! Babuca que sun pá mi Sión
- Cuerpito e culebra, güelente a melasa
y a naura y a caña y a trago de ron.
¡Carracataplán! ¡Carracataplán ! ¡Carracataplán!
Es el negro aceite de la raza negra que empieza a chorrear.
Y viene la luna flotando al desgaire
con patas de hielo como un calamar.
¿Quién echo esa caja vacía de Shinola
entre la totuma negra del betún?
- ¡Cogémela, mama! Guardála en el cofre que me vai a dá.
Me sirve pa mucho. Pa ganáme plata. Pa limpiá sapato.
Cogémela, mama, que es pa dale lustre
a los brodequines é Pedro Juaquín.
Y los negros bailan. Se estiran, se encogen,
ondulan se mueven, se encharcan en barro de fétido olor.
Las negras titilan con el sexo al aire
surcado de venas y hediondo sudor.
- ¡Eepaa! ¡El Comisario! Que coja ca uno su mono y su jembra
que ahí mesmito viene toa la comisión.
- Cogé el tamunango tú, naris é jacha.
-Y tu la camasa, pelo é chicharrón...
Silencio profundo. En la noche negra
se escucha el aullido de un perro cansón.
Ululan los vientos en la cornucopia
verde y arrogante de los almendrones.
Zumban los zancudos entre la maleza
y el río silencioso copia las cabezas
de los negros que huyen por el callejón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario